jueves, 22 de abril de 2010

UN COLLAGE PARA ABRIL O LOS FUNERALES DE ABRIL

Del tiempo


(Cronos devora a sus hijos, los consume. Su único fin… reafirmarse a sí mismo, su existencia está condicionada en el hecho de la finitud del mundo… pero la inexplicabilidad de la naturaleza, el amor, el alma, la excitación de la mente, la creación, la destrucción y el misticismo sexual, lo superan, Cronos es rebasado y esclavizado por la reafirmación de la vida en la vida misma… es en la trasgresión a Cronos la única manera para realmente Ser…)

La luz convulsa se extingue en la oscuridad ínfima del recuerdo. Las velas, esperan una a una, agotar su luz en el salón de Primavera. En él una niña sentada en un rincón, llora amargamente pues el tiempo la recubre, paralizando su esperanza. El festín está dispuesto, los invitados van llegando, se acomodan en los grandes sillones de terciopelo azul, y como en los cuadros de Velásquez, cada uno de ellos deja develar la superficialidad de lo aparente. Pero a la vez imprimen en la vida lo mejor de sí, como si la mentira de la imagen nos determinara en un juego intermitente: perpetuarnos en la muerte para poder vivir eternamente.

La niña embelesada, por la novedad de las sombras, seca sus lágrimas, camina lentamente hacia el centro del salón, comienza a internarse en la multitud. Los rostros ensombrecidos por la ligereza de su existir, la observan con dolor. La línea imaginaria que se traza en la causalidad de cada uno de sus movimientos, la encamina hasta su último soplo, un soplo no equiparable al soplo vital que permite la movilidad del cuerpo y del alma…no, su soplo es la alegoría a la muerte, un año más, un soplo mas, su equivalente, un año menos, el ultimo soplo que ata la dimensión de la existencia al rito macabro de la muerte… ella lo sabe…

Arrastrada por la curiosidad, va atravesando el gran salón…y en un momento azaroso se detiene, a pocos pasos del centro, o en el centro mismo de una espacialidad de lo particular, en el justo tiempo o en el justo lugar. Sobre ella, pende una lámpara que ilumina no sólo el espacio en el que se encontraba, sino al tiempo ilumina su interior, la intensidad de la luz no la cegaba, por el contrario la hipnotiza como el más encantador de los ensueños…

Y la muerte


Su mirada se retorcía intentando descifrar todo aquello de aquel mundo que se abría poco después de levantarse el telón. Su mirada comenzaba a devorar cada una de las imágenes que teñían los esmorecidos cristales. Los colores se amalgamaban en sólidos recuerdos que caían sobre su rostro como la brizna al amanecer, enjuagaba su rostro con el placer de quien descubre la frescura del más sagrado manantial. Se extasiaba, dejaba llevar su espíritu hasta la hondes del universo como si en su manos arrancara el más preciado y obscuro secreto de la humanidad. Ella era feliz recreaba una existencia milenaria en un segundo…

Se apaga la luz…la gran lámpara ya no la ilumina…los invitados la observan como si en ella estuviera el secreto de su felicidad. El conteo llega a tres… las velas se apagan… el ultimo soplo es el primero… la vida después de la muerte…

Las dadivas

Entre la lista de regalos:

• Dos corazones, uno de greda, tiznado por la acción de la ceniza, del tiempo del recuerdo, del polvo, que su esencia se resiste a morir. El otro, se mueve con una musicalidad ya olvidada.

• Una carta que recoge el tiempo, el tic toc repetido, ensordece cada palabra en ella escrita

• Un boleto de autobús

• Una taza de café y una caja de cigarrillos. La tarjeta dice: "Cuando cumplas 18"

• Un libro de Goethe… con la siguiente dedicatoria: “Con mucho amor, solo léelo si contemplas la posibilidad de morir antes de tiempo..."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre me ha gustado su escritura, a pesar de que debo leerlo incontables veces para llegar al fondo... Su fondo. Me gustaría algún día leer algo mas allá de la muerte, pues para mi cada abril representa mas vida en un camino que cada vez es mas corto y cercano a mi muerte. Y creame ... La melodía siempre esta viva incluso en un escenario donde la estrella es su gran protagonista: la muerte.